Más de lo necesario.
Me da mala espina, me da igual de quien sea mujer, no la quiero aquí, en casa. A él le eché una vez, repetirlo no me costaría nada. Son sólo 2 de los muchos que hacen mi ellos más temido, más odiado. ¿Cómo escapar si vienen a mí? Estoy encerrada en el cuarto, mientras conversan en el salón con mi madre. No quiero hablar con esa mujer que se cree con derecho a tratarme con toda la confianza del mundo por compartir colchón con mi familiar directo. Ni siquiera él me trata así, porque sabe que la réplica sería tan fría como la mano que, a mi pesar, le tiendo al llegar. Era eso o los 2 besos de rigor, y tener su ADN en mi mejilla me daría escalofríos. Y ahora ella se va a meter en mi vida, la voy a tener cerca quiera o no. No creo que nunca llegue a confiar en ella, mi instinto la tachó como malvada según nos cruzamos por primera vez. Por suerte, sé que el rechazo es mutuo, que yo no soporto su falta de imaginación y ella no entiende mis extravagancias. Así que no la quiero aquí, y se lo diré a mi madre en cuanto salga de mi encierro voluntario, en cuanto se vayan, al fin y al cabo estoy yo sola en la casa casi todo el día, tengo derecho a decidir. Y lo haré sin problemas con mi conciencia, a sabiendas de que ella tampoco me invitará nunca voluntariamente a su casa, y de que ellos ya se habrán molestado en contarle lo rara que soy y lo difícil que es tratarme, así que lo entenderá y se alegrará de no verme más de lo necesario.