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Hija de la Luna

paranoias

Lista de cosas pendientes (II)

·1· Escapar de esta casa.

·2· Hacer el camino de Santiago.

·3· Donar sangre.

·4· Aprender html y euskera.

·5· Besarle a traición.

·6· Sacarme el carnet de conducir.

·7· Encontrar un trabajo que me permita dejar el pirateo de cds.

·8· Ir al FIB.

·9· Ver a Reincidentes, a Boikot y a Marea en directo.

·10· Conseguir recordar los nombres de los que me rodean.

·11· Hacer una sección de enlaces de información en este blog.

·12· Quitarme la mala leche. (Ésto lleva en la lista desde que tengo uso de razón...)

·13· Romper los lazos que me unen a ellos.

·14· Comprarme una cámara [digital] en condiciones.

·15· Montar un fotoblog. (1º necesito la cámara)

·16· Aprender CAML (aunque no tengo muy claro para qué), Java y C.

·17· Sacarme el First Certificate of Cambridge.

·18· Recuperar las fuerzas para poder volver al vicio campestre.

·19· Aprobar Estadística (:S)

·20· Decirle a los de mi alrededor que este blog existe.

·21· Montarme una red en casa.

·22· Visitar a una extremeña muy especial.

·23· Perder el miedo a conocer a la gente (manías de antisocial...)

·24· Tachar completamente esta lista esta lista.

Aquí.

Me gustaría no conocerte, no saber ni de oídas de ti.

Me encantaría no sentir que te necesito y que tú no me necesitaras.

Pagaría por no depender de todo esto, por no tenerte cerca ni un solo momento.

Y, sin embargo, me moriría si no te tuviera aquí.

La banda sonora de mi vida.

*Para comenzar:
Tanguillo de María, de Ojos de Brujo.
*Para levantarse:
Cualquiera de Millencolin.
Buen rollito, de Amparanoia, o La semana.
*Para un día normal:
Echo, de Incubus.
Hija de la Luna, de Mecano.
*Para la primera cita:
O amor é Feio, de Tribalistas.
*Para enamorarse:
Contigo, de Joaquín Sabina.
*Para una escena de amor:
The shape of my heart, en la versión de la banda sonora de León el Profesional.
Lía, de Ana Belén.
*Para una escena de lucha:
Slow motion riot, de Mute.
*Para una ruptura:
Nosotros, de Chavela Vargas.
*Para reconciliarse:
Y sin embargo, De Joaquín sabina.
Siento que te extraño, de Amaral.
*Para un amor secreto:
Moreno, de Amparanoia.
*Para conducir:
The Passenger, de Iggy Pop.
Time is running out, de Muse.
*Para aprender una lección:
Jugadoras, jugadores, de Mala Rodríguez.
Quien engaña no gana, de Ojos de Brujo.
*Para pensar:
Pan duro, de Marea.
Ley de Gravedad, de Ojos de Brujo.
Ay, Dolores, y A un Dios, de Reincidentes.
*Para ir de fiesta:
Marihuana, de Porretas.
Cualquiera de Platero y tú.
Algunas de Hablando en Plata.
*Para bailar a lo loco:
Jartos de aguantar, de Reincidentes.
Mucha policía, poca diversión, de La Polla Records.
*Para arrepentirse:
Angelus, de Dover.
Big mistake, también de Dover.
*Para pasar una noche solo:
Acid jazz, de Bjork.
*Para una escena de muerte:
La llorona, de Chavela Vargas.
*Para los créditos finales:
Badge of pride, de Pennywise.

Esta encuesta está sacada de casa de Renko. La ví y me picó hacerla. Creo que están casi todas las canciones de mi vida, menos una: Korsakov, de Boikot, que escucho en cualquier momento y en cualquier lugar, para desconectar y recordar.
Y ahora sí, ya está toda la banda sonora de mi vida.

Silencio.

Silencio sobrecogedor, ruidoso, mezquino. Eso era todo lo que había en aquella sala, además de un montón de desesperados luchando contra el tiempo y el sueño. Los sentidos agudizados podrían detectar la caída del más diminuto alfiler al otro lado de la habitación, y ese sonido se clavaría en los oídos como un cuchillo. Pero no hacía falta, para eso ya estaba el movimiento de una silla, los bolígrafos arrastrándose por el papel, las hojas agitadas por una búsqueda infructuosa…. El silencio no era más que una ilusión, pero obligaba a mantener la boca cerrada, en su dura mezquindad. Era como el perro que no deja comer a los demás, haciendo que la gente se sintiera incómoda tratando de no romper una quietud que no era sino ruido, formado por miles de casi imperceptibles ruidos sordos, y que vendían a la entrada con una mentira en un cartel: “SILENCIO”.

Como es evidente, post escrito en la biblioteca.
Ando escasa de tiempo, con prácticas atrasadas y ojeras hasta los pies.
El fin de semana prometo enlazar, que algunos de mis favoritos aún no están aquí, y escribiré el cuento que [te] falta. Por ahora, me conformo con ir de blog a blog y escribir aquí lo poco que me da tiempo.

unir los puntos.

Tengo un pequeño lunar en el tobillo, ése que se me ve cuando voy en sandalias. Hay otro detrás de mi rodilla, más dos gemelos en mi muslo. Alguna vez ya has visto el que está sobre mi ombligo, aún escondo uno bajo mi pecho.
Mira, en mi dedo anular hay un lunar también, mi brazo luce otros muchos. En mi cuello, hay dos casi negros, casi como una mordida de vampiro, y tengo uno escondido bajo la barbilla. Creo que sabes donde está el último, ¿no? Exacto, justo en el borde de mi boca.
Como ves, el camino ya está marcado. Ahora sólo tienes que unir los puntos.

Ser yo de verdad.

Todo es verde a mi alrededor, el cielo no está lleno de nubarrones de ceniza, pero yo sigo viendo el gris del asfalto. Hoy los espacios abiertos me dan pánico, el campo me parece triste y agónico, me siento observada, sin la turba que me esconde en las calles, porque a mí la muchedumbre me hace invisible, y la soledad me hace volver a ser un bicho raro en medio de la nada.
Este aire no es el mío, este sitio no es mi lugar. Soy un animal urbano, al que le encantan las luces de las farolas y los chinos abiertos casi 24 horas, al que han soltado en el campo con la esperanza de que se olvide de su estrés. Y ahora sólo tengo mi miedo, y las miradas extrañadas de los vecinos, además de la sensación de que aquí no aguantaré mucho. Pero no hay modo de escapar, aunque yo necesite huir, correr, volver a mi mundo, mirar mi sombra y verla negra, no verde esmeralda. Necesito a ciudad para no volverme loca, para ocultarme en su locura, para ser yo de verdad.

Esto lo escribí el sábado en una servilleta que robé en una gasolinera. Normalmente me encanta el aire libre, pero ese día no.
A veces ni yo misma me entiendo, debe ser por tanto examen en el horizonte.

Continuar.

Ya apenas si tengo tiempo. Mis pies no pueden correr más rápido, volveré a llegar tarde a otro sitio más. La cadena continúa, los cinco minutos robados állí se convierten en retraso de diez allá, mis oportunidades de cumplir los plazos se van esfumando. Y mientras, sólo deseo dormir, descansar más de 5 horas seguidas, olvidar lo inolvidable y remplazarlo por sueños coloridos, sin estructuras de datos ni prácticas en Pascal.
Creo que me echaré un rato, despúes tendré que continuar.

Ni borracha me caso.

Que mi familia es rara es algo que asumí hace tiempo; mis amigos lo tienen más difícil, yo dejo caer comentarios que ellos recogen y con los que luego tratan de formar un puzzle que, a veces, ni se parece un poco a la realidad. Una de mis frases caídas habla de un bucle real, sin locura ni vejez de por medio, que se repite desde mi bisabuela: si quieres tener hijas en esta familia, no te cases. Así de claro, en cuanto hay boda, hay varones. Todas las niñas nacimos fuera de matrimonio, empezando por mi abuela, mi madre, mi hermana, yo misma… Además de mis primas. Mi abuela tuvo a mi madre, se casó: 2 chicos; mi madre tuvo a mi hermana, una boda, un niño, un divorcio, una niña…, y mis primas, nacidas de parejas de hecho. Y yo, que conozco la parte masculina de esta familia, me digo: ¡ni borracha me caso!

Este post

Encerrada en el paraíso, pero descontenta y abrumada, con ganas de disfrutar de los cuatro rayos de Sol en el césped de enfrente (yo, animal nocturno por herencia materna), cansada, nerviosa pero incapacitada para reaccionar a la realidad, así me he sentido todo el día. No hace mucho que salí del encierro voluntario en la biblioteca, me duele la espalda y los ojos, la cabeza me explota, no quiero ver ni un libro de nada relaccionado con la teoría de grafos en lo que queda de semana. Voy a responder a las 5, a darme una ducha y a acostarme, no voy a hacer visitas, lo dejo para mañana, lo siento, me he pasado la mañana programando y la tarde intentando entender lo programado, así que no puedo seguir mirando la pantalla, la jaqueca ya me puede. Para mañana, mi reloj interior predice post literario, bucle familiar rondando lo personal y paranoias varias, para hoy sólo las 5 y este post.

Mi promesa.

Me he vuelto a traicionar a mí misma, soy ya experta en eso. Prometí hacer solita las prácticas, molestarme en aprender un mínimo de la asignatura, para aprobar por algo que no fuera la inspiración divina, que ya se está convirtiendo en inspiración continua. Y es que con echar un vistazo a los apuntes soy capaz de desarrollar las teorías más extrañas para dar con la solución de un problema, con la solución válida, así que apruebo sin saber cómo, aunque escribiendo el doble que los demás, porque mis teorías, eso sí, ocupan mucho espacio, será por los rodeos que doy para evitar mis lagunas educativas. Pero me han ofrecido parte de las prácticas unos, parte otros... tengo la 4 una vez, del resto al menos un par de copias vagan por la memoria del cacharro éste. No me merece la pena repetirlas, las quitaré de la lista de cosas pendientes, me quedaré con los remordimientos de conciencia y acabaré estructura sola, como condena. Llevo unos días estudiando por las mañanas, me prometo hacer hincapié en estadística, ya que el laboratorio me ha salido barato. ¿Ignoraré de nuevo mi promesa?

Una niña buena.

Me encanta andar por la calle sola, distraída, sin saber muy bien a dónde voy, aparentando lo que no soy. Jugando al equívoco. Ir vestida de niña bien y escuchar Muse, o ponerme mi vieja chupa de cuero -recuerdo de un pasado heavy- oyendo a todo volumen a la Mala. Hoy también juego, voy de niña buena. O casi. Nunca me sale del todo la pose de angelito. Llevo merceditas, con tacón bajo, y una falda por la rodilla con trampa, porque deja ver medio muslo izquierdo. Siempre fue mi lado canalla, que le voy a hacer. Me he subido a un tren lleno de desconocidos que apenas si me han mirado con indiferencia. Nunca me ponen esa cara cuando voy con mis vestidos de rayas o con los vaqueros rotos. Me he sentado en el escalón, mirando hacia la puerta, haciendo un ejercicio de contorsionismo propio del circo, para no dejar nada la vista y perder el aura de inocencia. Algunos pasajeros me miran, me da igual, que miren cuanto quieran. Hoy sé que no me van a criticar, que como mucho murmurarán mi valentía por tomar posesión del suelo, pero no me llamarán descarada, hoy no, porque, para ellos, soy una niña buena.

Mi frase anterior.

He decidido escribir un relato sobre mí, como me pidió Iván, con tres palabras que forman una frase que me sirvió de título, mañana seré feliz. Lo clasifiqué como relato, porque lo es, ya que mis cuentos son el lugar donde dejo que la realidad se funda con mis delirios.

Ya que la idea es tuya, que te he metido en él, que andas por aquí siempre dando ánimos y que el título también es tuyo, te lo dedico, Iván, pero recuerda mientras lo lees mi frase anterior.

A ver cuánto dura.

A veces me río, y digo que acabaré de camarera en cualquier restaurante de comida rápida, pero sé que como el CNI descubra mi talento más especial, tengo trabajo mañana mismo. Y es que, con sólo tenerlo a mi alrededor, soy capaz de cargarme cualquier aparato eléctrico, por resistente que parezca. Mi discman no entiende ya los mp3, atraso los relojes, mi móvil se llama solo, mi impresora imprime lo que quiere, y lo que no lo olvida, mi ordenador va por el tercer formateo… desde enero. Ya he solucionado mis problemas, puedo postear (esto es prueba de ello), pero he tenido que volver a salvar toda mi información y limpiar este cacharro. Empiezo a pensar que no estropeo los aparatos, que simplemente les infundo algo parecido a la vida, que les doy capacidad de decisión. Y deciden rebelarse, claro, y hacer lo que les viene en gana. Mi ordenador se está convirtiendo en el cabecilla, creo que está enfadado por lo mucho que le hago trabajar, y en represalia hace malabares con mis documentos, se ríe en mi cara cuando intento usar Excel (y lo necesito para estadística!), abre y cierra ventanas sin venir al caso, se olvida de lo que son los cookies, y me obliga a castigarle con un nuevo formateo. Ahora ya no tiene memoria, pero sé que en poco volverá a odiarme, la luz parpadeante ya me dice insultos en morse… Le voy a proponer una adopción como mi mascota, a cambio de que me deje acabar las prácticas y postear, me comprometo a traerle agua y comida, a quitarle ese cable tan feo que le ata a la pared y a sacarle cada 3 horas a pasear, para sus necesidades. Mientras espero una respuesta, hemos establecido esta tregua… a ver cuánto dura.

La regla del 2.

El número 2 me molesta como representación del par que es, y por eso no posteo en los días que acaban en él. Cielo y tierra, hombres y mujeres, bueno y malo, frío y calor, Sol y Luna… Todo de 2 en 2. Me disgusta la separación estricta, las líneas divisorias. Siempre preferí al tercero en discordia, al número 3 que se mete en medio de la pareja indisoluble, convirtiéndola en un trío de ésos donde 3 son multitud. El infierno, los ángeles, lo regular, lo templado, las estrellas se entrecruzan en el camino de las sagradas parejas, y siempre son mis favoritos, menos en el último caso, donde mi madre gana, porque madre no hay más que una, y a ella se la quiere más que a cualquiera, y por eso escribo hoy, siendo así mi única excepción a la regla del 2.

Sed.

El insomnio ha vuelto, la hiperactividad está ya más conmigo que mis sueños. No puedo parar, ya limpié la habitación, me peleé hasta el límite de mi paciencia con un circuito maldito y ahora he recuperado una caja llena de viejos disquetes que ya no sabía ni que existían. He encontrado un archivo llamado sed.ctf, y no puedo abrirlo. La verdad es que no sé ni qué es, ni tan siquiera de qué tipo es, pero algo perdido en mi memoria me murmura que es algo en lo que me empeñé mucho. Y si hace años me molesté en algo relacionado aunque sea remotamente con un ordenador, debió ser algo realmente importante para mí, algo que merece la pena. Tengo toda la noche para conseguirlo, lo abriré aunque mañana llegue al laboratorio con las ojeras por los tobillos. Supongo que lo conseguiría antes si al menos lograra recordar qué era, en qué perdía tanto el tiempo como para no levantarme aunque me muriera de sed.

Tecnología de computadores.

Estoy cansada, frustrada y enfadada conmigo misma y con mi profesora de prácticas. Me duelen los ojos de tanto buscar los cables que inducen a mi display a reirse de mí. Sí, a reirse. Juraría que oí una carcajada hace un rato. ¿O será que ya oigo voces? Tengo un contador que no cuenta, y un partidor de frecuencias que no pasa la corriente, y 3 leds que se encienden según tengan o no ganas... la placa amarilla me parece ya naranja, será de tanto mirarla. Prefería la práctica de estructura...
El colmo de mi maravilloso día es la visita de la musa, que anda por aquí revoloteando. Al final, me cansará, pillaré el matamoscas y la estamparé contra el suelo. Y mientras me planteo matar mi imaginación, ya he escrito un puñado de cuentos, aunque hoy solo pondré uno, el resto están en lápiz en el reverso de las hojas de el decodificador, y no pienso ni volver a mirarlas hasta mañana... Quién me mandaría a mí meterme en esta carrera. Aún no entiendo exactamente para qué me va a servir montar este circuito en mi vida: con la tasa actual de paro, como mucho me vaticino un brillante futuro en la hostelería, y no creo que al encargado de mi rango le interesen mucho mis conocimientos en tecnología de computadores...

Os vigilo.

Será que me paso demasiadas horas aquí, será que las prácticas malditas me han pegado a esta silla, no lo sé, pero cada vez que me da por ver el correo (lo hago para perder tiempo) y veo un comentario, contesto y... alehop! aparece por arte de magia otro del mismo comentarista... Y me hace gracia, esa es la verdad. Siento la certeza de que en ese mismo instante alguien me lee. Creo que gracia no es la palabra, quizá sea más apropiado decir ilusión, aunque parezca que os persigo, que os vigilo...

Escapar de la luz.

No me gusta la luz. Me hace daño, me ciega, hace que me sienta aún más chiquita. Veo muy bien a oscuras, de niña mis amigos me llamaban la hija de los gatos. Siempre ganaba en el escondite, sólo jugábamos en las noches con Luna. Yo pensaba que ella me ayudaba... Ahora, estoy obligada a salir a la calle con el Sol riéndose de mí cada mañana, y a volver al mediodía con sus burlas taladrándome la cabeza. Esta facultad no oferta esa titulación en horario de tarde, eso me dijeron cuando intenté cambiarme de turno. Sólo quería escapar de la luz...

Lista de cosas pendientes.

Esta es mi lista de cosas por hacer.Me voy a auto-linkear en la sección de enlaces de paranoias, para tenerla a mano, porque si la escribo en papel, sé que acabará en una papelera sin nada cumplido.

·1· Aprobar Álgebra. Septiempbre 2004

·2· Limpiar y 28-04-04, mantener ordenado el cuarto.

·3· Escapar de esta casa.

·4· Hacer el camino de Santiago.

·5· Donar sangre.

·6· Renovar el DNI. (A día de hoy, 24-04-04, llevo 2 meses sin encontrarlo...) Agosto 2004

·7· Aprender html y euskera.

·8· Besarle a traición.

·9· Diseñar un logo para el blog. 27-04-04

·10· Sacarme el carnet de conducir.

·11· Encontrar un trabajo que me permita dejar el pirateo de cds.

·12· Ir al FIB.

·13· Ver a Reincidentes, a Boikot y a Marea en directo.

·14· Dejar de amargar a los vecinos con Korsakov a todo volumen varias veces cada día. 07-05-04

·15· Conseguir recordar los nombres de los que me rodean.

·16· Pedir los apuntes de los últimos 2 meses. (Consecuencias de vivir en la cafetería)

·17· Hacer una sección de enlaces de información en este blog.

·18· Quitarme la mala leche. (Ésto lleva en la lista desde que tengo uso de razón...)

·19· Romper los lazos que me unen a ELLOS.

·20· Empezar a estudiar para junio. (Es que no me motivo) 07-05-04

·21· Comprarme una cámara [digital] en condiciones.

·22· Montar un fotoblog. (1º necesito la cámara)

·23· Quitarme el vicio del solitario spider.

·24· No fumar NADA más.

·25· Programar la práctica de estructura.

·26· Acabar las prácticas de estadística por mí misma, sin que me las "presten".

·27· Hacer todo lo de esta lista.

Iré tachando todo lo que vaya haciendo, me haría ilusión acabar hasta la última de esta lista de cosas pendientes.

Leer un buen rato a gusto.

Cada día tengo menos tiempo para leer. Entre las mañanas en la facultad y las tardes enfrente del ordenador, ya sólo puedo hacerlo de camino a clase, así que voy por la calle leyendo y andando, andando y leyendo. El problema viene con los semáforos. Me paro en las aceras a la espera del verde pero, en vez de mirar las luces, espero el sonido para ciegos y aprovecho para leer parada. Algún día se estropeará el aparato que emite el pitido y me pasaré las horas esperando mi llamada. Al menos, espero tener así tiempo para leer un buen rato a gusto.