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Hija de la Luna

Ya no sé ni castellano.

He estado trasteando con el blog y los enlaces, no sé como lo he hecho pero he perdido el acceso a algunos de vuestros blogs, creo que ya los he recuperado todos, pero si falta alguno (o hay alguna sugerencia para algún nuevo enlace), avisadme, llevo un día despistada del todo...

He hecho una nueva lista de cosas pendientes, aunque dejo a la derecha el acceso a las dos. He descubierto que no logré hacer la mayoría de las cosas de la anterior, así que le tendré que echar más ganas. Por ahora, me conformo con estudiar euskera en mis ratos libres y volverme loca con el CAML. Por cierto, ¿alguien lo ha usado alguna vez en su trabajo? Entre esto y el Pascal, yo ya no sé ni castellano...

Lista de cosas pendientes (II)

·1· Escapar de esta casa.

·2· Hacer el camino de Santiago.

·3· Donar sangre.

·4· Aprender html y euskera.

·5· Besarle a traición.

·6· Sacarme el carnet de conducir.

·7· Encontrar un trabajo que me permita dejar el pirateo de cds.

·8· Ir al FIB.

·9· Ver a Reincidentes, a Boikot y a Marea en directo.

·10· Conseguir recordar los nombres de los que me rodean.

·11· Hacer una sección de enlaces de información en este blog.

·12· Quitarme la mala leche. (Ésto lleva en la lista desde que tengo uso de razón...)

·13· Romper los lazos que me unen a ellos.

·14· Comprarme una cámara [digital] en condiciones.

·15· Montar un fotoblog. (1º necesito la cámara)

·16· Aprender CAML (aunque no tengo muy claro para qué), Java y C.

·17· Sacarme el First Certificate of Cambridge.

·18· Recuperar las fuerzas para poder volver al vicio campestre.

·19· Aprobar Estadística (:S)

·20· Decirle a los de mi alrededor que este blog existe.

·21· Montarme una red en casa.

·22· Visitar a una extremeña muy especial.

·23· Perder el miedo a conocer a la gente (manías de antisocial...)

·24· Tachar completamente esta lista esta lista.

[sin título]

Se despertó por un portazo en algún lugar de la casa. Adormilada, se levantó dispuesta a pedir una buena razón o a explotar en la ira de quien ha sido importunado en un buen sueño, pero ninguna de las dos cosas hizo, pues allí no había nadie. Maldiciendo mentalmente a Eolo y sus corrientes, volvió a la ama preguntándose entre sus despotricaciones mentales si aquel encantador rincón de felicidad estaría aún aguardándola en sus sueños; pero no puedo volver allí, el momento había pasado y era de los que no esperan. Molesta, empezó a dar vueltas mientras pensaba en todo lo que haría la mañana siguiente, pero no pudo meditar sobre su futuro a corto plazo mucho más, pues en el inmediato las puertas de la casa se estaban rebelando y se dedicaban a protestar abriéndose y cerrándose con todo el ruido posible. Se levantó de nuevo, aseguró todas las manillas con sillas y volvió una vez más a la habitación, recordando las viejas historias de duendes que le contaban en la infancia y riéndose de sus ideas descabelladas. De repente, una mano fría tocó su hombro, pero a su espalda sólo estaba el buró, que podía ser tocado pero no tocar. Estoy delirando, pensó, y se rió de nuevo, mientras un temor le destrozaba las entrañas. Se acostó sólo para intentar olvidar la locura que la rodeaba. Entonces, sintió un frío terrible en los huesos, y unos labios aún más congelados que su osamenta rozaron los suyos. El miedo la superó, comenzó a gritar, cogió el bolso y las llaves del coche y salió a la carrera. Condujo sin rumbo hasta que la noche dejó paso a la luz del amanecer, y entonces se rió una vez más de sí misma. Se metió por dirección prohibida para llegar antes a casa, que era lo único que deseaba. Cuando entró, la normalidad reinaba, así que fue hasta su habitación. Ya no tenía tiempo para dormir ni nervios para intentarlo, pero sí podía darse una ducha y tomarse un café. Al llegar al dormitorio, un sentimiento indefinible se fundió a otro que sí reconocía, el terror. En el espejo, con su pintalabios, había tres palabras escritas en color sangre: aún te quiero.

Ese día no fue a trabajar. Tomó el desvió a las afueras, entró en el viejo cementerio y depositó unas rosas blancas y un buen puñado de lágrimas sobre una tumba gris. Muchas gracias, le susurró una boca fría de voz dulcemente aliviada al oído. Ahora ella sabía que él tendría paz.

Aquí.

Me gustaría no conocerte, no saber ni de oídas de ti.

Me encantaría no sentir que te necesito y que tú no me necesitaras.

Pagaría por no depender de todo esto, por no tenerte cerca ni un solo momento.

Y, sin embargo, me moriría si no te tuviera aquí.

[sin título]

- Rojo. Ámbar. Verde. Aceleran, él también lo hace, demasiado deprisa para mi gusto, demasiado lento para el suyo. Tuerce a la izquierda, y ocurre entonces. Nunca entenderé porqué aparcan en doble fila. No lo ve. Ocurre. La inercia me empuja hacia delante, a él también. Lo último que recuerdo es pensar que él no llevaba el cinturón. No recuerdo más, no sé nada más. Por favor, díganme ya dónde está.

Todos han torcido la cara, no se atreven aún a contestar, pero no hace falta, ella ya adivinado la respuesta. En realidad, sólo ha sido la confirmación de algo que ya intuía, y ahora que ya lo sabe con certeza, ni siquiera tiene fuerzas para gritar, o para llorar, sólo para cerrar los ojos y rogar que todo no sea más que lo que ella desearía que fuera: tan sólo un mal sueño.

La eternidad

Quisiera tener una buena excusa para mi huida, algo que justificara una ausencia tan prolongada, pero no hay nada, aunque yo creyera lo contrario hasta hace bien poco. La estructura de este post viene obligada por las prioridades: primero los agradecimientos, luego los pesares del alma.

Siento una especie de deja-vù al escribir esto. Os agradezco a todos que hayáis seguido visitándome a pesar de mi ausencia, que os preocuparais por mí, que estuvierais ahí, como siempre. Muchas gracias.

No sé muy bien a qué ha venido todo esto. Supongo que demasiadas cosas en poco tiempo acabaron por minar las poquitas fuerzas que tenía. Tengo anemia aguda, así que de cuando en cuando me desplomo, dejando marcas por mi cuerpo que sirven de testigos que nadie ha pedido. Mi tobillo me impide realizar esfuerzos grandes, así que he tenido un verano apasionante jugando al Grim Fandango. Creo que lo que peor llevo es la medicación, estoy deseando acabar ya el tratamiento. Sé que nada e esto es excusa, pero es lo que hay. Ahora tengo ganas de escribir, de leer todo lo que me he perdido, de volver a mirar sin recelo un ordenador. Este es el primer paso. Mañana, el siguiente. Así, espero aguantar hasta el fin de la eternidad.

Pd: estoy leyendo mis viejos libros de Asimov, de ahí el guiño seminconsciente.

Estos días

Reconozco que contrasté la ip con viejos comentarios, reconozco que quise saber quién se preocupaba por esta Luna. Muchas gracias. He dejado mi dirección de email de una vez por todas en la zona de enlaces (en paranoias, ese es el lugar perfecto para mí) y la dejo por si acaso también aquí: Hija de la Luna. No la uso en el Messenger, si alguien quiere agregarme que me deje un aviso en esta dirección y ya le contestaré cuando pueda desde mi dirección personal.

Estos días no escribo ni leo ni nada. Empiezo a acusar el cansancio en los huesos y en el corazón. Sólo quisiera poder dormir, pero el insomnio me está volviendo loca. Mi vida no mejora y yo ya no sé de dónde intentar sacar fuerzas para cambiarla. Pero voy a hacerlo, pronto. Por una vez no hay nada en mí mal, todo es externo, no hay culpa que tiña mis lágrimas de ningún pecado intencionado. Y eso es una gran ventaja.

He abierto un nuevo tema, aunque sé que no tiene mucho sentido no escribir pero llenar de temas la derecha del blog. Pensé en abandonar en paranoias estos artículos, pero cartas que nunca envié es mejor lugar, sin duda. Espero que la primera de estas cartas os ayude a entender porqué he desaparecido estos días…

A el que fue mi confidente

Sin casi conocerte de nada, supe que podía confiar en ti: lo he hecho desde entonces. Te he contado cada una de mis locuras, de mis pecados, de mis lágrimas. Me conoces bien, tanto que llegas a asustarme, prediciendo mis reacciones con asombrosa exactitud. Eres mi confidente, un gran amigo, aquel que siempre estaba ahí. Ahora, estoy rota, las cosas no van bien, ellos están más cerca que nunca, la paranoia ya casi me alcanzó en mi desesperada carrera hacia ninguna parte, y tú eliges justo este momento para decirme que te gusto, para tirarme hasta la última teja que quedaba en tu tejado. No entiendo porqué tenía que ser ahora, porqué tenías que romper en pedazos aún más pequeños los pocos trozos recuperables de mi maltrecha esperanza. Cómo hablarte de los dolores de mi corazón sin temer por el tuyo, cómo cargarte con mis penas si sé que ya cargas con las tuyas, si sé que alguna de ellas soy yo.

La mirada del Ángel

Te encontré mientras andaba despistada por las calles de Madrid. Me miraste como si yo no fuese real, y eso me picó, así que te pedí disculpas por arrollarte con mi mejor sonrisa de niña caprichosa, y la trampa surtió efecto. Te llamabas Ángel, eras de aquí. Yo te dije que me llamaba Laura, que vivía en Vallecas, que tenía 20 años. Te mentí. Seguimos hablando en el bendito parque del Buen Retiro durante un par de horas. Qué sería de nosotros sin él. Descubrí que eras esencialmente bueno en aquella charla. Me diste tu teléfono, volví a hacer trampa: hice malabares en mi mente con mi número y te arrojé el resultado al azar. Otra mentira. Me estabas encantando con tus sonrisas, con tus gestos, y con tus palabras, pero yo no me rindo nunca tan fácilmente ante los encantos ajenos.

Nos reencontramos meses después en una plazoleta perdida de esta ciudad. Te vi, pero intenté esquivar tu mirada, para que no me reconocieras; sin embargo, lo hiciste, te acercaste a mí y me hablaste de nuevo. Me contaste que habías intentado llamarme varias veces, pero que siempre contestaba un hombre mayor. Me eché a reír. No recordaba con claridad aquel primer día, y tus frases me hicieron entender hasta dónde llegaron mis mentiras. Te llevé a un bar, y allí te conté mi verdad. Pensé que ya nunca más volvería a verte, pero en vez de levantarte y marcharte, te reíste tú también y me pediste mi número, el real.

Me llamaste al día siguiente, pero ignoré el pitido de mi móvil. Insististe, y ganaste. Quedamos una vez, dos más. Me salvaste de fantasmas que jugaban en mi interior con la poca cordura que me quedaba. Te convertiste en mi ángel de la guarda. Y un día, se acabó. Yo sabía que iba a pasar, que te darías cuenta de que yo no soy buena, de que nuestras diferencias nos separarían. Para evitar un dolor mayor, decidí desaparecer de nuevo, volver a las sombras.

Hoy he vuelto al Retiro. Necesitaba desconectar de todo, reflexionar sobre el porqué de mis actos. He vagado sin rumbo por los caminos de tierra, hasta llegar al palacio del que una vez soñé ser princesa. Mientras trataba de averiguar el rumbo que habían tomado mis pies por propia iniciativa para poder volver sobre mis huellas a mi perdida felicidad, vi el reflejo de tus ojos en los cristales, y me dijeron lo que fueron, lo que son en realidad: la mirada del Ángel.

Cuento evidentemente dedicado a Lorenzo; no sé cómo ha acabado este relato siendo lo que es, pero bueno, espero que te guste...

Enlazados.

Tengo tantas cosas por hacer… Hay un mes de lecturas atrasadas esperándome en cada uno de los blogs que me calan tan hondo, y mi lista para enlazar ha crecido al mismo ritmo al que han pasado mis días sin escribir. Esto es lo primero que voy a hacer, linkear unos cuantos blogs más, aunque aún falten muchos, y postearé aquel cuento que prometí un día a continuación, que ya es hora.

Diario de un Impresentable, el blog de Southmac, es para mí aún un desconocido, pero lo poco que he leído me ha gustado por su fuerza.

Usa de nombre su propia descripción el gran Corazón que escribe este blog, y por eso, y la belleza que deja a cada frase, se merece el enlace.

Un chico sincero y divertido me sorprendió un día diciéndome que me leía desde su isla, y desde entonces, lo reconozco, me he enganchado a la alegría de Renko eats world.

Largo camino al monte Zion es energía y alegría, espontaneidad y sinceridad, simpatía y animosidad, Quiara misma es la razón de que la enlace.

Sé que aún falta gente, lo sé, pero por ahora sólo tengo tiempo para incluir a estos cuatro nuevos enlazados.

Miedo.

Llevo casi un mes incomunicada, lejos de cualquier ordenador y de cualquier humano, pero no ha servido de nada. Intenté concentrarme primero en los estudios, escapar por el camino marcado. Paranoia. Él cada vez se acerca más, ya no mantiene ninguna distancia. Y no tengo a quien pedir ayuda. Temor. Ellos niegan todo, prefieren pensar que soy sólo alguien que odia a asumir que en esta familia hay un enfermo real. Y ahora sé que no puedo confiar en nadie, porque eso sería condenar a alguien más a mi inevitable caída. Dolor. Pensé que pasarme los días en la biblioteca y las noches en una nube me ayudaría. Fue un error. Autodestrucción. Estoy agotada. Hace mucho que no escribo, que no os leo, que no os comento. Pero vosotros habéis seguido allí, incluso han aparecido nuevos lectores. Agradecimiento. No puedo seguir así. Voy a reengancharme a esto, y lo voy a tomar como apoyo. Tengo que ganar la lucha, tengo que irme de aquí, pero, por ahora, sólo puedo escribir lo que siento. Miedo.

Viva.

¿Os he dicho alguna vez que mi ordenador me odia? Pues no era cierto. Me odian todos los ordenadores, y sus cables de alimentación también. Me explico ahora mismo:

El otro día pisé el cable de un portátil en el pasillo de la facultad y me caí, con tan mala suerte que me destrocé una muñeca. Teclear hasta hoy era casi imposible, por eso no he hecho acto de presencia antes. Todavía hoy es un poco difícil...

No voy a contestar a vuestros comentarios, ni a escribir nada más, mañana lo volveré a intentar, pero se está empezando a hinchar. Sólo dejo esto aquí para deciros que os leo siempre que puedo, aunque no se note, que echo de menos escribir mis paranoias diarias, que me ha enternecido que os preocuparaís por mí, y , bueno, que esta Lunita sigue VIVA.

pd: gracias a todos por la preocupación en forma de comment, un besote.

Una parte de mi corazón.

Dicen que parezco sueca, con mi piel transparente y mis ojos claros, que con falda y sandalias parezco una turista.
Dicen que mi cabecita piensa demasiadas cosas, que no digo ni la mitad, que lo que voy pensando va pasando como sombra por mi cara, que dejo vagar mi mirada y mi mente, ignorando al resto del mundo.
Dicen que soy pasional, que se me nota, que puedo destrozar a cualquiera con sólo mirarlo, que mis ojos dicen aún mejor que mi boca lo que siento.
Dicen que soy independiente, pero, a la vez, que pienso demasiado en los demás, que soy incapaz de recordar una cara o un nombre pero memorizo los problemas ajenos, y que luego trato de resolverlos, como defensora de las causas perdidas que soy.
Dicen que destrozo egos y que gano batallas con una única arma, mi ironía, y que cada día lo vivo como si esto se fuera a acabar al amanecer.
Dicen que mi ateísmo me puede, que me hace melancólica, porque no me imagino nada más allá, y que su muerte me marcó hondo, tanto que me hizo renegar de todos y empezar de nuevo.
Dicen que mi familia, por ambos lados, me parece más una condena que un apoyo, que trato de huir de ellos a cada paso, que lucho contra mi propia sangre.
Dicen que me desperté roja una mañana, que la política entró en mi vida como un rayo de Luna, que la uso para ayudar a un mundo que, en realidad, me da igual.
Dicen que ya no soy tan oscura, que el negro de mi vida cada día se combina más y más con verde, incluso con naranja, que el pesimismo ya no es dueño de mi alma.
Dicen que soy capaz de no decir palabra de lo que tengo por dentro y luego contarle cada una de mis penas y alegrías a un desconocido, porque confío mis realidades a aquellos en los que confía mi instinto.
Dicen muchas cosas de mí, y quizá tengan razón, quizá yo sea así. Pero les falta saber cosas de mí que sólo están aquí, cosas que voy desdibujando letra a letra en mis post, y que no salen de estas líneas. Creo que ha llegado el momento de decirles que este blog existe, de darles una llave a una parte de mi corazón.

Las cinco del viernes.

1)¿Eres puntual o eres de los/las que siempre llegan con retraso?
Llego dentro de los cinco minutos de cortesía... Tarde, llego tarde, para qué negarlo.

2)¿Cumples con fechas límites y plazos de entrega?
Pues no, soy un poco desatre. Por ejemplo, mis prácticas de Estructura van a llegar tarde, y las de Tecnología también.

3)¿Usas agenda y sigues un horario?
Ni agenda ni horario ni nada. Para qué, si luego no recuerdo que tengo que mirarlos...

4)¿Haces listas de cosas pendientes y las cumples?
Hago listas (y las posteo), y luego las cumplo de una manera... ¿curiosa?

5)¿Eres "hacedor/a" o eres de los/as que deja las cosas para más
tarde?

Pues hago las cosas cuando puedo, así que depende mucho de cómo vaya de cosas por hacer.

Aquí están ya
Las cinco del viernes.

La banda sonora de mi vida.

*Para comenzar:
Tanguillo de María, de Ojos de Brujo.
*Para levantarse:
Cualquiera de Millencolin.
Buen rollito, de Amparanoia, o La semana.
*Para un día normal:
Echo, de Incubus.
Hija de la Luna, de Mecano.
*Para la primera cita:
O amor é Feio, de Tribalistas.
*Para enamorarse:
Contigo, de Joaquín Sabina.
*Para una escena de amor:
The shape of my heart, en la versión de la banda sonora de León el Profesional.
Lía, de Ana Belén.
*Para una escena de lucha:
Slow motion riot, de Mute.
*Para una ruptura:
Nosotros, de Chavela Vargas.
*Para reconciliarse:
Y sin embargo, De Joaquín sabina.
Siento que te extraño, de Amaral.
*Para un amor secreto:
Moreno, de Amparanoia.
*Para conducir:
The Passenger, de Iggy Pop.
Time is running out, de Muse.
*Para aprender una lección:
Jugadoras, jugadores, de Mala Rodríguez.
Quien engaña no gana, de Ojos de Brujo.
*Para pensar:
Pan duro, de Marea.
Ley de Gravedad, de Ojos de Brujo.
Ay, Dolores, y A un Dios, de Reincidentes.
*Para ir de fiesta:
Marihuana, de Porretas.
Cualquiera de Platero y tú.
Algunas de Hablando en Plata.
*Para bailar a lo loco:
Jartos de aguantar, de Reincidentes.
Mucha policía, poca diversión, de La Polla Records.
*Para arrepentirse:
Angelus, de Dover.
Big mistake, también de Dover.
*Para pasar una noche solo:
Acid jazz, de Bjork.
*Para una escena de muerte:
La llorona, de Chavela Vargas.
*Para los créditos finales:
Badge of pride, de Pennywise.

Esta encuesta está sacada de casa de Renko. La ví y me picó hacerla. Creo que están casi todas las canciones de mi vida, menos una: Korsakov, de Boikot, que escucho en cualquier momento y en cualquier lugar, para desconectar y recordar.
Y ahora sí, ya está toda la banda sonora de mi vida.

Silencio.

Silencio sobrecogedor, ruidoso, mezquino. Eso era todo lo que había en aquella sala, además de un montón de desesperados luchando contra el tiempo y el sueño. Los sentidos agudizados podrían detectar la caída del más diminuto alfiler al otro lado de la habitación, y ese sonido se clavaría en los oídos como un cuchillo. Pero no hacía falta, para eso ya estaba el movimiento de una silla, los bolígrafos arrastrándose por el papel, las hojas agitadas por una búsqueda infructuosa…. El silencio no era más que una ilusión, pero obligaba a mantener la boca cerrada, en su dura mezquindad. Era como el perro que no deja comer a los demás, haciendo que la gente se sintiera incómoda tratando de no romper una quietud que no era sino ruido, formado por miles de casi imperceptibles ruidos sordos, y que vendían a la entrada con una mentira en un cartel: “SILENCIO”.

Como es evidente, post escrito en la biblioteca.
Ando escasa de tiempo, con prácticas atrasadas y ojeras hasta los pies.
El fin de semana prometo enlazar, que algunos de mis favoritos aún no están aquí, y escribiré el cuento que [te] falta. Por ahora, me conformo con ir de blog a blog y escribir aquí lo poco que me da tiempo.

Iplacea.

Me encanta esta ciudad. Sus calles, sus parques, sus gentes… Sí, sus gentes. Porque aquí hay de lo mejor de cada casa: Tenemos la mayor concentración de skins de la comunidad, un señor descuartizado en un contenedor, el asesino de la baraja, la bella cárcel de Alcalá- Meco, y ahora también un atracador de bancos al más puro estilo yanki.

¡Quién querría mudarse lejos de Iplacea…!

El hombre solo.

”Es muy difícil declarar la propia verdad allí donde esa verdad tuya no va a ser compartida. Por algo se da muerte al mensajero. Se le mata porque trae una verdad solitaria, porque trae una verdad que, aunque todos sospechan, nadie quiere reconocer. Eso es lo que pasa, que la gente no suele querer desprenderse de la mentira. Una estupidez, por supuesto, porque a fin de cuentas los que van tras el espejismo no beben más agua que los que sólo ven arena.”

Sigo siendo nocturna, cazadora de inspiraciones y destellos de mi propia locura. Y necesito leer, lo necesito casi tanto como el agua. Anoche buscaba un Carvalho en mi estantería porque me apetecía novela policiaca bien escrita. En esos casos recurro a Manuel Vázquez Montalbán, a Paul Auster y a Lorenzo Silva. Desde el fondo de un montón de libros en el suelo de la habitación, uno me llamó la atención. Ya me lo leí hace años, no me disgustó, pero prefería otras obras del autor. Buscando de nuevo al gallego, mi mirada volvió a recaer sobre aquel libro. Lo abrí al azar y encontré este párrafo. Casi una revelación. ¿Casi? Quizá revelación completa.
Me he acordado esta mañana de algo que me dijo un gran lector siendo niña: cada libro tiene una época dentro de tu vida. Si te lo lees a destiempo, tarde o temprano, a su hora, tendrás que volver a él. Hoy por fin llegué más allá de esas palabras, hoy por fin encontré el momento exacto para leerme este ejemplar. Ya tuve una experiencia parecida hace unos meses, cuando traté de releerme Cien años de Soledad. La primera vez, fue maravillosa, porque fue en el momento exacto, la segunda fue más bien una añoranza de todo lo que me hizo sentir la otra vez. García Márquez es para la adolescencia, al menos para adolescencia. Y Bernardo Atxaga, para el día de hoy, justo para hoy.
Me voy, me espera El hombre solo.

[sin título]

Martina tiene cinco años. Vive con sus abuelos en el pueblo, aunque sus padres la visitan siempre que pueden. O, al menos, eso cree ella. La realidad es que está allí porque ellos no se pueden ocupar de una niña pequeña, porque sus trabajos los absorben y les impiden pensar en otras cosas. Cada cierto tiempo –uno, dos meses- compran regalos en una juguetería y se los llevan a Martina, que sonríe por un día.

unir los puntos.

Tengo un pequeño lunar en el tobillo, ése que se me ve cuando voy en sandalias. Hay otro detrás de mi rodilla, más dos gemelos en mi muslo. Alguna vez ya has visto el que está sobre mi ombligo, aún escondo uno bajo mi pecho.
Mira, en mi dedo anular hay un lunar también, mi brazo luce otros muchos. En mi cuello, hay dos casi negros, casi como una mordida de vampiro, y tengo uno escondido bajo la barbilla. Creo que sabes donde está el último, ¿no? Exacto, justo en el borde de mi boca.
Como ves, el camino ya está marcado. Ahora sólo tienes que unir los puntos.