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Hija de la Luna

[sin título]

La cabeza rodó al pie del tocón que antes le había servido de apoyo. El último grito de clemencia no sirvió para derribar la indiferencia del verdugo, que esgrimió con toda su fuerza el mortal objeto.

El resto de los reos se movían inquietos en el pequeño enrejado en el que se veían encerrados. La muerte era antes algo lejano, invisible, que acechaba siempre pero nunca miraba a la cara. Ahora, la muerte estaba personificada en aquel hombre que se secaba el sudor con el dorso de la mano y se abalanzaba ya sobre el siguiente para cometer el segundo asesinato del día.

Uno a uno fueron cayendo, algunos gritando, otros resistiéndose, los menos dócilmente, con dolorosa resignación.

Víctima tras víctima, poco a poco, aquella matanza llegó a su fín, sin supervivientes, y del matadero salían ya los cajones de pollos muertos y desplumados, camino del mercado.

4 comentarios

Hija de la Luna -

Gracias, Fuz Neviros. Me acabo de releer el cuento y creo que me voy a volver vegetariana una temporada, no creo que sea capaz de comer de nuevo pollo asado!

seare, no conozco el chiste, aunque presiento que es cruel, verdad? se parece al cuento? ahora me he quedado con las ganas de reirme yo también...

Gracias a Bitácoras.com por incluirme.

seare -

No sé como hago, siempre acabo riéndome al recordar el chiste del pollito en la batidora...

Fuz Neviros -

Pues si, es una pena, es triste pero es real... pobres pollitos indefensos... aun que claro, luego los comemos y no nos acordamos...

Muy bueno el relato, me ha gustado mucho. :D

Raquel -

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Saludos. Gracias