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Hija de la Luna

literatura

El hombre solo.

”Es muy difícil declarar la propia verdad allí donde esa verdad tuya no va a ser compartida. Por algo se da muerte al mensajero. Se le mata porque trae una verdad solitaria, porque trae una verdad que, aunque todos sospechan, nadie quiere reconocer. Eso es lo que pasa, que la gente no suele querer desprenderse de la mentira. Una estupidez, por supuesto, porque a fin de cuentas los que van tras el espejismo no beben más agua que los que sólo ven arena.”

Sigo siendo nocturna, cazadora de inspiraciones y destellos de mi propia locura. Y necesito leer, lo necesito casi tanto como el agua. Anoche buscaba un Carvalho en mi estantería porque me apetecía novela policiaca bien escrita. En esos casos recurro a Manuel Vázquez Montalbán, a Paul Auster y a Lorenzo Silva. Desde el fondo de un montón de libros en el suelo de la habitación, uno me llamó la atención. Ya me lo leí hace años, no me disgustó, pero prefería otras obras del autor. Buscando de nuevo al gallego, mi mirada volvió a recaer sobre aquel libro. Lo abrí al azar y encontré este párrafo. Casi una revelación. ¿Casi? Quizá revelación completa.
Me he acordado esta mañana de algo que me dijo un gran lector siendo niña: cada libro tiene una época dentro de tu vida. Si te lo lees a destiempo, tarde o temprano, a su hora, tendrás que volver a él. Hoy por fin llegué más allá de esas palabras, hoy por fin encontré el momento exacto para leerme este ejemplar. Ya tuve una experiencia parecida hace unos meses, cuando traté de releerme Cien años de Soledad. La primera vez, fue maravillosa, porque fue en el momento exacto, la segunda fue más bien una añoranza de todo lo que me hizo sentir la otra vez. García Márquez es para la adolescencia, al menos para adolescencia. Y Bernardo Atxaga, para el día de hoy, justo para hoy.
Me voy, me espera El hombre solo.

Goldbach.

Goldbach. Hace ya unos meses me acabé El tío Petros y la conjetura de GoldBach, de Apóstolos Doxiadis, biografía ficticia de un no menos ficticio matemático griego obsesionado con la resolución de la conjetura matemática más simple y, a la vez, más extraña que jamás leí: “todo número par es la suma de dos números primos”. El libro narra en lenguaje común diferentes famosos teoremas que van ayudando o haciendo la zancadilla al investigador. El libro me apasionó, como entusiasta matemática que soy, pero la conjetura… no sé, que me parece que si aún no se ha demostrado (no estoy destripando el final, lo pone en las primeras páginas), puede ser, simplemente, porque no es cierta. A ver, para los primeros números sí: 4=2+2, 6=3+3, 8=5+3, 10=5+5, 12=5+7, … Hasta donde se ha llegado, los números mucho más grandes también la cumplen, pero mi instinto me grita que no es cierta, que hay algo que no funciona, pero quizá mi instinto esté más loco que yo y sí que se cumpla, y con teorema de la imcompletitud y todo la demuestren un día, y yo me trague mis palabras… Lo que está claro es que hubo alguien que era o un genio o un hombre con ganas de complicarle la vida a los matemáticos venideros: Goldbach.

Nota: he encontrado un montón de páginas sobre tal o cual resolución de la conjetura, pero no sé de ninguna publicación en la que se dé una solución correcta; si se solucionó ya (desconectada estoy, no me entero de nada), dejadmelo en los comentarios y me trago el orgullo y el instinto en un solo bocado.

Gaia.

Los treinta y pico grados a la sombra de ese día invitaban a dormir, a bañarse, a no salir de casa en cualquier caso. Como cada verano, yo dormía de día y vivía de noche, para evitar la luz, pero nadie sueña durante 16 horas seguidas. Bueno, al menos no yo. Me había leído hasta el último cómic de la casa, y en ese pueblo no abundan los libros. Cuando ya casi había renunciado e iba a tragarme junto a mi abuela y mi prima la interesantísima telenovela, mi padre me trajo una colección salvadora: Trilogía de las Fundaciones de Isaac Asimov. Adoro la ciencia ficción, así que aquel regalo fue de lo más acertado. Me los leí en dos o tres días de sesión continua, de los que, menos la noche, no recuerdo nada más: ni comer, no beber, ni ir al baño... nada, sólo aquella historia de Imperios caídos y Fundaciones poderosas. Me fascinó la paranoia de el Mulo y la valentía de Arcady, también la organización casi perfecta de la Segunda Fundación, germen imperial de poder invisible, pero sobre todo, me caló la idea de la posibilidad de un mundo mejor, realmente vivo, de una Tierra convertida en Gaia.

Mi libertad.

Me he acabado hace unos instantes el último libro que robé, y en mis palmas ha aparecido de nuevo el picor que me obliga a escribir. Es como si una legión de hormiguitas sumamente inteligentes vivieran en mi torrente sanguíneo sólo para hacerme la vida imposible, corriendo aceleradas a mis manos en cuanto están ociosas.
Me he estado leyendo Diablo guardián, de Xavier Velasco. No es malo, no es bueno, es…¿leible? No posteo para decir de que no debería pasar a la Historia de los grandes libros, por mí debería hacerlo, la crítica literaria no fue hecha para mí, eso se lo dejo a otros: la protagonista, Violetta, ella me ha obligado a escribir. Su sensación de no ser de su familia, de no pertenecer a ninguna parte, de que una canción habla de su vida, de que ha de sobrevivir como sea, esas sensaciones son las mías.
No me voy a lanzar a las calles a encocarme y vivir de prostituta, que nadie se confunda, ese no es el reflejo de mi ser que veo en ella. No son los hechos contados, es la desolación de fondo, las ganas de salir adelante caiga quien caiga, el desarraigo absoluto. Sólo en su sentido de la mentira encuentro un escollo, mentir a cada momento me volvería loca, y ese sería un precio demasiado alto a pagar por mi libertad.

Mi querido detective de ficción.

Anoche tenía insomnio. Me pasa a veces. Me tiro noches y noches sin dormir, y luego dormito sobre la mesa, o sobre un hombro amigo, durante el día. En esos momentos tengo que aprovechar el tiempo, porque además me da hiperactividad. (Por este tipo de cosas es por lo que abrí el tema paranoias...)
No se puede hacer ruido, descartas por tanto salir de la habitación. Oir música con cascos me da dolor de cabeza, otra cosa a descartar. ¿Qué hacer en un cuarto de 2'50 x 3 metros en silencio? Pues a mí sólo se me ocurren 2 cosas: leer y escribir. Redacté mi lista de cosas pendientes y un par de cuentos (que postearé luego, cuando los revise). Sólo me quedaban mis libros. Leerte a Kafka o algo similar a ciertas horas no es muy recomendable, así que tiré por mi colección de Agatha Christie. Hace un par de días, me regalaron Telón. Es la última de Hèrcules Poirot. Siempre me pareció que Miss Marple era una entrometida, así que él siempre fue mi favorito. Sus casos me han ayudado ha pasar buenos ratos, ratos de ésos en los que lo que menos necesitas es pensar en la realidad. Me acabé el libro un par de horas después, y ahora aquí estoy yo, llorando la muerte de mi querido detective de ficción.

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

Es el famoso cuento de Augusto Monterroso, titulado El dinosaurio.No voy a hablar la genialidad de escribir una historia completa en tan sólo una frase ni de las múltiples explicaciones de la historia en sí, y mucho menos voy a entrar en la discursión de si realmente es una narración completa, con inicio, nudo y desenlace. Quiero hablar de Monterroso, no de su famosa creación.
Este escritor no publicó demasiado, la antología completa apenas si mide 4 cm de lomo, pero sus cuentos son de una prosa impecable, llena de crítica y de defensa de los derechos indígenas; sin embargo, El dinosaurio ha eclipsado en buena parte al autor y al resto de su obra. Cada vez que he sacado el tema en una conversación, lo he hecho de la misma manera: preguntando si alguien se había leido las fábulas de Monterroso. Casi siempre he recibido la misma respuesta: "Ah, ése es el del dinosaurio dormido, ¿no?" Sí, lo es, pero también merece mención por los muchos premios recibidos, por el resto de su obra y por su lucha.
Espero que esto sirva para que al menos alguien sepan algo más de él, aparte de que escribió el casi mágico
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.