Vidas paralelas.
Mañana me iré, volveré allí, a rebuscar entre los viejos baúles su recuerdo. Ella fue la primera, es la única que puede salvarme, y tendrá que ser a través de su historia, porque no creo en los fantasmas. ¿No creo? No estoy tan segura. A veces su presencia se siente en la casa, su mano protectora casi en mi hombro, un calor cercano a mi piel proveniente de la nada. En las fotos va vestida igual que en mis sueños, con aquel moño alto que tanto la favorecía, la falda hasta los pies y la camisa bien abotonada. Dicen que nos parecemos, que las cuatro somos casi iguales, salvando las diferencias generacionales, siempre dicen aquello del aire de familia. Y no es nada más, físicamente somos casi opuestas, pero algo oculto en el fondo de los ojos nos delata, creo que es el destino agazapado.
Ayer intenté hablar con mi abuela -su hija- pero ya no dice nada coherente, vive a diario en un mundo que se paró ciencuenta años atrás. Mi madre también va mostrando los primeros síntomas, desasosiego, cambios de humor, desubicación momentánea... yo no quiero esa herencia, por eso vo a buscarla, para que me explique al amparo de las sombras qué ocurrió.
Dicen que le robó el marido a una muchacha que vivía calle abajo, y que ésta se suicidó; dicen también que ella lo olvidó, pero que el alma maldita no, y dicen que mi bisabuela murió delirando sobre una sombra que la perseguía y discutiendo con el aire, hablndo de cosas perdidas en el tiempo, y que esa locura la llevamos en la sangre, que mi destino, como el de las demás, es revivir sus últimos días, en un bucle generacional sin fín, obligando con mi sangre a mis descendientes a llevar vidas paralelas a la mía, a la suya.
Ayer intenté hablar con mi abuela -su hija- pero ya no dice nada coherente, vive a diario en un mundo que se paró ciencuenta años atrás. Mi madre también va mostrando los primeros síntomas, desasosiego, cambios de humor, desubicación momentánea... yo no quiero esa herencia, por eso vo a buscarla, para que me explique al amparo de las sombras qué ocurrió.
Dicen que le robó el marido a una muchacha que vivía calle abajo, y que ésta se suicidó; dicen también que ella lo olvidó, pero que el alma maldita no, y dicen que mi bisabuela murió delirando sobre una sombra que la perseguía y discutiendo con el aire, hablndo de cosas perdidas en el tiempo, y que esa locura la llevamos en la sangre, que mi destino, como el de las demás, es revivir sus últimos días, en un bucle generacional sin fín, obligando con mi sangre a mis descendientes a llevar vidas paralelas a la mía, a la suya.
2 comentarios
Hija de la Luna -
Espero que durmieras bien...
En mi familia hay un bucle que no es éste, aunque algo tiene que ver, xq tb empezó con la bisabuela. Hoy no estoy para historias familiares, otro día lo cuento vía post, pero vaya que aunque yo me empeñe (es el 2º cuento en el que lo hago) mi abuela está más cuerda que yo, esto no es más que ficción.
Un beso!
Brisa -