[sin título]
Muerde otra vez el lápiz, y pone esa cara de tristeza que sólo usa cuando cree que nadie mira. Pero yo estoy mirando, y no sé qué hacer. Las musas le abandonaron, ningún dibujo sale de la mina, y yo quisiera tocarle y pasarle mi inspiración, aunque sólo fuera una chispa de mi imaginación, sólo el mínimo para que se sintiera bien, para que su cara fuera la de siempre. Pero sé que no es posible, así que sigo a su lado, quieta, mirando de reojo los trazos sin forma de su desesperanza, que se me contagia poco a poco.
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